viernes, 3 de enero de 2014

Cuando a veces recuerdo

Recuerdo el tacto de las sábanas mojadas, la línea de frío a tu piel arrimada, el olor de la mañana cuando tu aroma me despertaba, el murmullo del silencio cuando ninguno hablaba, el deseo en la mirada reflejada. Recuerdo nuestros paseos bajo la continua llovizna y las tenues y anaranjadas farolas en aquel invierno. Recuerdo la primera vez que nuestra ropa alzo vuelo, y el abrigo en tu lecho. Recuerdo tu espalda y tu forma de jugar en mi pecho, nuestros cuerpos cambiados y el calor intenso. Recuero tu rostro porque aún dormido lo veo, recuerdo tantas cosas por más que me esfuerzo, lo recuerdo todo, más aún del final el tormento.  

2 comentarios:

  1. Hay recuerdos que nos quedan grabados a fuego, pase lo que pase... pero la mayoría con el tiempo pierden intensidad, se desdibujan o dejan de doler.
    Seguro que los tuyos también.

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    1. Lo curioso es que es un dolor cálido y apacible, que no quiero que desaparezca, Quizás sólo por temor a que de ese modo se vuelva menos real, no lo sé. Sea como sea...gracias por tu comentario. Un saludo.

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